Espere un segundo

Pista 4

El niño se acerca a las enormes puertas de madera que separan la aldea del hombre del resto de la selva, con las piernas temblando, la misma aprehensión y corazón pesado que antes de que su manada lo encontrara en la selva.
Acordarse de su manada es lo que lo hace caminar hacia delante, con la certeza de estar haciendo lo correcto, las sabias palabras de Los Viejos Lobos en sus oídos:
– Ya no eres tan niño, has crecido, ahora eres más grande que cualquier lobato, más ágil y más sabio. Es hora de que te vayas de la selva.

– ¡Pero no quiero irme! – lloraba el niño

– Lo sabemos, y no lo hacemos porque no queramos que te quedes con nosotros, si no lo contrario: es bueno para ti, allí crecerás y aprenderás, la vida de los hombres es la tuya, y recuerda, la manada siempre estará contigo.
Así que, con un escalofrío, pero determinación en sus pasos, el niño se acerca hasta las grandes puertas. Se abren lentamente, y al otro lado no encuentra los rostros serios e intimidantes que esperaba, sino sonrisas amables, y una mano extendida.
Nadie está sorprendido de verlo allí, como si lo estuvieran esperando.

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Con tanto movimiento y tanta pose, ¿no os apetece comer algo?

Por suerte, podremos comernos unos talos en nada.

Buscad la campana que toca a nuestro patrón, ahí encontrareis la siguiente pista.

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