La aldea es diferente a la manada, más trabajo, más responsabilidad, pero también tiene más orgullo, se siente mejor sabiendo que hace mejor las cosas.
Aquí el niño aprende a cuidarse a sí mismo, y a los demás, aprende a cocinar, a orientarse, primeros auxilios, aprende a cazar con la de al lado, lo que significa el verdadero compañerismo, enfrentarse a problemas juntos y solucionarlos.
Hace grandes amigos y amigas, gente que sabe que le acompañarán en todas sus aventuras, gente que le ayuda y le quiere. También se conoce a sí mismo, prueba sus límites otra vez más, aprende explorar cada vez un poco más fuera de la aldea, cada día acercándose unos metros más a la linde del territorio.
Un día de exploración, junto a sus compañeros, caminando y riéndose, las horas pasan, y antes de que se den cuenta, han llegado más lejos de lo que han ido nunca, ni siquiera ven la aldea tras de sí, pero encuentran algo que las deja boquiabiertas.
Azul, muchísimo azul, un azul que no se acaba. Han llegado a la costa, y ante ellos se extiende el mar, infinito, no hay una diferencia con el cielo, solo una fina línea al horizonte. Desde el acantilado un faro se irgue, alumbrando hacia la lejanía.
Aquí el niño aprende a cuidarse a sí mismo, y a los demás, aprende a cocinar, a orientarse, primeros auxilios, aprende a cazar con la de al lado, lo que significa el verdadero compañerismo, enfrentarse a problemas juntos y solucionarlos.
Hace grandes amigos y amigas, gente que sabe que le acompañarán en todas sus aventuras, gente que le ayuda y le quiere. También se conoce a sí mismo, prueba sus límites otra vez más, aprende explorar cada vez un poco más fuera de la aldea, cada día acercándose unos metros más a la linde del territorio.
Un día de exploración, junto a sus compañeros, caminando y riéndose, las horas pasan, y antes de que se den cuenta, han llegado más lejos de lo que han ido nunca, ni siquiera ven la aldea tras de sí, pero encuentran algo que las deja boquiabiertas.
Azul, muchísimo azul, un azul que no se acaba. Han llegado a la costa, y ante ellos se extiende el mar, infinito, no hay una diferencia con el cielo, solo una fina línea al horizonte. Desde el acantilado un faro se irgue, alumbrando hacia la lejanía.
¡Bien! Habéis llegado a la basílica, lugar emblemático en Gasteiz.
¿Por qué no aprovechar y hacernos un selfie?
Haceros un selfie imitando la siguiente foto y mandádnoslo para recibir la siguiente pista:
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